viernes, 3 de febrero de 2012

Lejos de ser profe, prefiero ser amigo.

Una buena parte de personas que se dedican a la docencia se comprometen de tal forma que siempre hay pinceladas de creatividad, emotividad, pasión en lo que se emprende. Cada caso, cada circunstancia se va volviendo un reto que no se puede hacer a un lado, sino que nos va comprometiendo a darle seguimiento y a estar allí cuando se necesita.
En una de las tantas vivencias dentro de las aulas de  en el sector educativo oficial en la que llegó mi turno de experimentar fue un caso que me retó a dar más de una catedra no sólo de conocimientos del área profesional sino, un poco de comprensión; de amor; compañerismo y algunos valores morales, fue a raíz de escuchar de los labios de los propios estudiantes y de sus expresiones conductuales, es aquí en donde Bryan (estudiante) me dijo: Profe sabe, ¿que lo que más me haría feliz en este mundo?,...si decime, le dije...él respondio, darle lentamente de batazos a mi papá, no con un bate de madera sino de aluminio, pero darle solo en lugares claves, como en la cabeza, en la columna, en los genitales y luego amarrarlo( le brillaban los ojos grandes, con la piel colorada, colorada), meterlo en algún lado y allí dejarlo y que nadie sepa donde está (con una pequeña risa, como cuando se obtiene un logro espontaneo)...
Traté de no sorprenderme ante tal comentario, dejé que siguiera hablando,...se merece eso y más, me dijo; a lo que le respondí, y ¿por qué crees que merece eso?, sin titubear me dijo, pues por dejarnos de pequeños sin que le importara sí comíamos o no, sí teníamos zapatos o no, sí necesitabamos ir al médico o no, se merece todo eso por abandonarnos.
Ante tal situación la charla fue dándose entre altibajos de tonos y emociones (de ambos), ¿qué podía decir? ¿qué quitaba la rabia, el odio enraizado en ese momento?
Lo único que ahora recuerdo es, que fue el inicio de una buenísima amistad entre el "profe" y Bryan. :)

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